Reto en la pandemia: La educación

La pandemia por COVID-19 nos tomó a la mayoría por sorpresa. Nadie en el planeta parece haber estado preparado para enfrentar con facilidad los retos que nos ha presentado. Entre estos retos contamos la necesidad de distanciamiento social en un mundo cada vez más pequeño, de interacciones cotidianas inevitables (trabajo, entretenimiento, transporte, compras y un largo etcétera). Entre estas cotidianidades encontramos la educación que ha cambiado abruptamente de modalidad: de la presencialidad tradicional nos encontramos en la necesidad de improvisar en educación a distancia mediada por las TIC.
Este cambio ha traído consigo la obligación de pasar de un constructo bien establecido en nuestro inconsciente colectivo: la escuela, el liceo, la universidad, a uno más bien difuso: “educación a distancia”. Consideremos que más que lugares a los que se va a aprender una serie de contenidos establecidos en un currículo, los centros educativos son constructos para la interacción y aprendizaje social. Son elemento crucial en nuestra formación como individuos y ciudadanos, pues en ellos aprendemos lo que el currículo nacional establece, sí, pero ese aprendizaje viene mediado por la interacción con pares, guiada por un docente, en lo que podríamos ver un modelo de aprendizaje sociocultural, comprendido desde la perspectiva de Vygotsky.
Así, la pandemia nos ha llevado a un escenario en el que hemos tenido que adaptarnos sobre la marcha a una nueva ecuación educativa que implica el cambio en la modalidad de aprendizaje. Una ecuación en la que la formación del docente para esta nueva modalidad es tan crucial como la formación del estudiante como aprendiz “a distancia” y la familia como núcleo de apoyo en esa modalidad “a distancia”. No menos importante será las posibilidades técnicas para el uso de herramientas tecnológicas y así poder aplicar las estrategias establecidas para proseguir con el año escolar. Solo he de mencionar que Venezuela cuenta con la velocidad de conexión más lenta del continente y que en algunos estados hay planes diarios de administración de carga en el sistema de generación y distribución de energía eléctrica en bloques de 6 horas, como mínimo, lo que afecta no solo las posibilidades de conectividad a la red, sino también el acceso a los contenidos ofrecidos a través de las televisoras dedicadas a tal fin.
Sin embargo, una conectividad rápida y el fluido eléctrico constante no son garantía para el éxito en el cambio de modalidad de presencial a distancia. También podríamos referirnos al continente para ver casos en los que, con estas condiciones técnicas en mejor funcionamiento, la realidad aplicada al proceso educativo dista mucho de la planificada.
Así, esta particular dificultad de la contingencia por la pandemia depende, como cada paso que damos como país, de la capacidad y explotación del potencial de los venezolanos como un todo heterogéneo. Uno que pueda llevar a cabo en acciones concretas los lineamientos planteados, para de esta manera evitar que la culminación del año escolar termine siendo un cúmulo de sesiones asíncronas reducidas a la asignación de proyectos para una población estudiantil que no cuente ni con la preparación, ni con el apoyo socioeducativo para ser aprendices “a distancia”. @medina_anderzon

Anderzon Medina Roa